Me duele tu dolor sobre mi pecho,
las heridas que cierran a deshoras
la injusticia que reina soberana
sobre los males mundanos y los pecados capitales.
Me duele el corazón
si realmente es el corazón
lo que tanto duele.
Me duele el veneno inconsciente
de tus palabras que caen como piedras.
Me duele la inmovilidad que no se defiende
ante los golpes que azotan la confianza.
Me duele la vergüenza inesperada,
los pasos en falso que conducen al vacío.
Me duele la posibilidad de esta muerte tangible
la condena de la noche tan amarga
en la que tu boca no enloquece por mi boca
en la que tus razones no encuentran mis motivos.
Me duele el desierto áspero de tu sonrisa,
las puertas cerradas
los cuerpos fríos
Me duele el amor
si realmente es el amor
lo que tanto duele.
